Las baldosas constituyen un revestimiento práctico y resistente tanto para interiores como para exteriores. Pueden ser de cerámica, porcelana, terracota, piedra natural o piedra reconstituida, entre otros. Si bien, las de piedra natural labrada, las de gres y las de terracota son las más comunes. Las baldosas se utilizan para cubrir suelos, paredes, escaleras y otras superficies. Se presentan en varios formatos y materiales, con sus características técnicas respectivas.
Las baldosas se utilizan a menudo en la cocina y el baño porque son fáciles de limpiar. Deben colocarse, además, sobre una superficie antideslizante. Las baldosas de exterior pueden soportar temperaturas negativas, por lo que son idóneas para climas fríos. Las baldosas de baja porosidad permiten evacuar fácilmente el agua de lluvia, el aceite y otros líquidos. Las baldosas de materiales porosos deberán impermeabilizarse con productos específicamente pensados para ello.
Por otra parte, la atmósfera que quiera darse a la habitación determinará el tipo de baldosa. Por ejemplo, la piedra natural o la terracota roja crean ambientes cálidos. El uso también tendrá un papel determinante, tanto en interiores como en exteriores, así como el nivel de humedad. En los suelos de zonas muy transitadas deberán utilizarse baldosas antiabrasivas.